En los años de historia de nuestra
formación hemos tenido que superar adversidades de todo tipo, encontrar un
lugar de ensayo, encajar en un horario, hacernos hueco en la Semana Santa,
buscar una línea que seguir, pedir favores, hacer esfuerzos pero nada comparado
con 2022.
Y a pesar de que la Semana Santa post
pandemia estaba marcada en los calendarios de todos los papones, sabíamos en el
fondo que ésta era demasiado importante para nuestra Agrupación Musical.
Dani era la expresión de la alegría,
del inconformismo, de las ganas de vivir y del optimismo exagerado. Pese a su
enfermedad, conocida meses antes por casi todos nosotros, fue el primero en
acudir al Seminario a mover sillas, a limpiar, a montar estanterías y a sacar
una sonrisa de cada uno de sus compañeros. Aún en ese estado, todos teníamos
que obligarle a que se sentara, a que se diera un respiro y a que nos lo diera
a los demás. Pero él no paraba, nunca lo había hecho puesto que no entendía la
vida sin las ganas que tenía de vivir el día posterior.
Pocos supieron de nuestras prisas por
montar “Volvemos a sentir” en pleno mes de diciembre en el Palacio
de Congresos. Cuántas personas a las que agradecer su comprensión y su
implicación en aquel concierto que tanto tiempo llevábamos esperando ofrecer y
que nunca como ese día nos costó tanto preparar. Y allí estuvo, montando el
escenario, las flores, las telas, el fondo y subiendo las sillas. Recordamos el
cabreo que tenía porque la máquina de oxígeno, alargador de por medio, le
impedía participar tanto como su alma ansiaba.
Y aunque ese concierto fue por y para
él, lo cierto es que lo vivió como siempre hizo con su banda, entre bambalinas,
aportando, como si de la última fila de bombos se tratase. Su sonrisa cuando le
dimos un reconocimiento a su hijo Daniel y sus fotos con todos sus compañeros
nos hicieron comprender que le quedaba mucho por aportar.
Llegó “Que la Navidad suene para
todos” y llegaron los certámenes y los conciertos de Cuaresma. Y se vistió para
estar con su banderín en San Isidoro, cuando las fuerzas incluso le apremiaban
a tomar aire, a respirar o a sentarse mientras lo único que él quería era
corregir a sus bombos, reir con sus amigos y ayudar a organizar y a recoger
todo lo que rodea a un colectivo tan numeroso en cada acto.
Pero también venía cada día a ensayar
acompañado de su mujer. Con los tubos en la nariz, con mejor o peor color, con
mejor o peor humor. Porque eso le servía de gasolina para su día a día, para
una nueva sesión en el hospital y para una nueva semana de quedarse en casa
dolorido.
En su mente estaba la Semana Santa, a
la vuelta de la esquina, después de su cumpleaños. Hasta fue el primero en apuntarse
a los desayunos de las procesiones y por supuesto el primero en elegir el menú
de nuestra comida de Domingo de Resurrección.
Pero celebró su 34 cumpleaños
ingresado, por los enormes dolores que ni siquiera su eterna sonrisa podía
ocultar. Y allí se fue su banda, antes del último ensayo previo a Semana Santa,
porque tenía que devolver a Dani una ínfima parte de lo que Dani le había dado.
Quería que recuperase la sonrisa, que se olvidase por unos minutos de dónde
estaba y no pensase en dónde quería estar. Y claro que funcionó puesto que el
resto de los días los pasó presumiendo de que habían ido a su ventana sus
amigos de la Agrupación, enseñando los vídeos a cualquiera que se acercase a
visitarle.
El Nazareno sabe que el Viernes Santo
Dani quería estar para verle salir de Santa Nonia. Estaba todo preparado para
ello, un transporte, unos horarios y hasta gente que dejaría su brazo para ir a
acompañarle en ese trabajo.
Así fue, pero de otra forma. No hizo
falta transporte ni hizo falta mirar al reloj para saber que Dani estaba junto
al Nazareno. Tardó en llegar porque no era persona de quitar el protagonismo al
Padre después de dos años de pandemia y el Viernes Santo en León todos saben
quién es el que acapara todos los focos. Además, era cabezota y no quería quedarse
sin Viernes Santo después de tantos años por lo que, en silencio, se apagó el
Sábado Santo unas horas antes de la Vigilia Pascual, para estar junto al Señor
Resucitado y a su banda en la mañana del Domingo de Resurreción.
Después de dejar todas las flores del
Santo Entierro a los pies del Nazareno en Santa Nonia, un padrenuestro en su
honor y toda la Agrupación Musical acudió a la más hermosa de las mañanas con
un sentimiento sobrecogedor. No hubo ni una sola marcha que no sonase para él
ese día y por la tarde, delante de la Morenica, a la hora de despedirle, volvió
a sonar "Jesús del Prendimiento" como aldabonazo de todo lo que nos
queda por vivir.
Solo nos queda agradecer el enorme
cariño recibido por parte de las Cofradías y Hermandades leonesas, de nuestros
compañeros de todas las bandas de León y de otros lugares y de todos los
papones y amigos que han enviado mensajes de apoyo y ánimo a su familia y a
nuestra formación.
Desde ese 16 de abril en adelante
Dani ya no estará junto a nosotros en persona, es evidente, pero aún es más evidente
que está en cada uno de los que formamos esta Agrupación Musical y que
aprendimos de su generosidad, de su valentía y de su fuerza. De su optimismo y
de sus ganas de vivir. De su forma de vivir y de su forma de entender la Semana
Santa. En Vicky, Dani y Mateo vemos el reflejo de su presencia y nos
reconforta saber que siempre estará entre nosotros. Solo podemos acabar esta
reflexión con una frase que a todos nos saldría si tuviésemos la oportunidad de
volver a mirarle a la cara para decirle algo
Gracias Dani.