miércoles, 20 de enero de 2021

La ilusión congelada

Como si de una pesadilla se tratase, en marzo de 2020 comenzábamos a vivir el peor de los sueños posibles. Aquél en el que todas nuestras esperanzas, todo el trabajo y las horas dedicadas parecían infructuosas ya que la meta que buscábamos se borraba en el calendario y desaparecía para siempre aquella primavera.

En el tiempo que ha pasado desde entonces hemos perdido a muchos seres queridos, despedido en soledad a familiares y amigos y se nos han escurrido entre los dedos todos los abrazos que la situación actual no nos ha permitido ofrecer para dar consuelo. Pero también hemos podido dar la bienvenida a nuevos papones, hijos de nuestros componentes, que nos han recordado que la vida sigue y el camino, por largo y tortuoso que se muestre, está esperando para que lo recorramos.

Nuestra música y la del resto de las bandas no será la misma después de todo. Cuando volvamos a ponernos delante del público, en un certamen o en un concierto, habrá que aprender de nuevo todo aquello que algún día dimos por sabido. Los nervios serán los del primer día y, de alguna manera, hasta para los más veteranos será su primera vez.

Nuestras imágenes, nuestras cofradías, nuestros pasos escucharán nuestras marchas de forma distinta, con más miedos y con menos certezas. La tranquilidad que da el paso del tiempo y el poso que dejan los años participando en las distintas procesiones habrán desaparecido por completo para que el hormigueo en nuestro interior que creíamos superado vuelva con todo su maravilloso desorden.

“De Capuchinos al cielo”, “Por los siglos de los siglos”, “La traición” y “Atado a la columna” se quedaron en el cajón de los estrenos para el concierto que con mimo habíamos preparado en la capilla de las Concepcionistas. Ese espacio reservado para los estrenos se llenará aún más cuando por fin podamos ofrecer el trabajo diario en un primer concierto.


            La última vez que nos pusimos ante el público, participamos en el LX aniversario de la Banda de la Real Hermandad de Jesús Divino Obrero y quiso el destino que la última marcha que sonara aquella tarde desde nuestra formación fuese “…Y al tercer día”. Aunque ese tercer día de Esperanza, de Resurrección y de Alegría tarde en acercarse, estaremos expectantes para celebrarlo, con los instrumentos preparados y la música en los papeles.

Que la ilusión congelada pueda revivir cuando el calor vuelva a aparecer.

Que todos estemos allí para reavivarla.

 

Agrupación Musical de la Cofradía del Dulce Nombre de Jesús Nazareno

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